miércoles, 27 de abril de 2011

La Medicina Tradicional China, ¿una patraña?


Vivian Scarlet Barragán Aroche

Como occidentales nos cuesta mucho aceptar ideologías, corrientes filosóficas y formas de plantear el conocimiento científico, que sean distintas o cuestionen nuestra forma de pensar. De entrada, las descartamos porque no las entendemos o no forman parte de nuestra idiosincrasia: mundo pequeño en el que creemos que somos el centro y en el que no existe lo diferente. Creo que si vivimos en una época de intercambios globales (económicos, políticos y culturales), logrados principalmente con la herramienta del internet que nos acerca a lugares que quizá nunca podremos visitar físicamente, deberíamos tener un acercamiento más profundo con lo distinto y a tratar de entender cuestiones ideológicas, sobre todo si, además, es para nuestro beneficio.
La Medicina Tradicional China es, sin dudad, una medicina seria, basada en conocimientos ancestrales de la cultura china que han subsistido a lo largo de dos mil quinientos años; los escépticos deberían preguntarse por qué sigue viva y está con más fuerza que nunca, pues tiene resultados que en lo particular a mi me maravillan y, por supuesto, también a los pacientes. Pero claro, para muchos no es conveniente  que esto se sepa, ya que las grandes trasnacionales farmacéuticas no quieren perder su mina de oro, manteniéndonos esclavos de sus fármacos. No se duda que la medicina occidental sea eficiente, pero podemos tener la elección –eso es más ­democrático– o incluso poder usar las dos medicinas, ya que se compl­ementan (Yang medicina occidental [MO], Yin medicina Tradicional China [MTCh]).
La MO está basada en evidencias: hay un cúmulo de artículos y publicaciones de grandes estudios en poblaciones que aportan datos estadísticos para poder realizar una mejor práctica y diagnóstico en los pacientes; sin embargo, la MTCh no cuenta con evidencias escritas de datos epidemiológicos, pero su vigencia y legitimidad radica en los resultados de una práctica continua y constante durante siglos, que muestran su efectividad.  Esto evidencia otro punto de vista: la MTCh busca un acercamiento con cada paciente, saber de su enfermedad, de los problemas emocionales que le aquejan, de su alimentación y escuchar su esencia (tomar el pulso, observar la lengua, oler, escuchar y palpar). Además, está encaminada a una terapia particular para poder llegar a la recuperación total. Por supuesto que la MTCh no es una panacea, pues hay muchas cosas en que la tecnología de la MO la supera. Pese a esto, la MTCh compensa su desventaja en un concepto fundamental: la prevención (el mantenimiento de la salud); se trata de que se evite llegar a estados de enfermedad que ya no tienen retorno (cáncer, hipertensión arterial, diabetes mellitus, etc.), lo cual no quiere decir que no se pueda también aportar salud a pacientes con estas enfermedades, ya que mejorara su calidad de vida.
  Es claro que, desgraciadamente, hay personas que ejercen la MTCh, sobretodo la acupuntura (una de sus ramas más conocidas en occidente), con conocimientos superficiales, ya que hay muchas seudo escuelas que imparten cursos de tres meses o menos, que, en honor a la verdad, dejan mucho que desear. Se debe ofrecer al paciente una terapia de calidad, higiene y un conocimiento amplio; creo que por la carencia de estas características la acupuntura es desacreditada, pues cuando un paciente asiste a terapia con un acupunturista sin suficientes conocimientos para dar un diagnóstico acertado, se cree erróneamente que la acupuntura no es eficiente y, por tanto, una patraña esotérica.  La MTCh esta lejos de todas estas aseveraciones, ya que simplemente es una medicina diferente de nuestro concepto occidental, es como el relativismo de la verdad que nos plantea la siguiente historia: seis hindúes sabios quisieron saber que era un elefante, ellos eran ciegos entonces decidieron basarse en el tacto para poder estudiar al animal; el primero estuvo en contacto con el duro y ancho lomo, y dijo: “el elefante es como una pared”; el segundo tocó uno de los colmillos, y dijo: “es tan agudo, redondo y liso que el elefante es una lanza”; el tercero tocó la trompa rugosa y retorcida, y declaró: “el elefante es como una serpiente”; el cuarto sabio se dirigió a una de las extremidades del elefante y aseveró: “es como un árbol”; el quinto, al acercarse, se encontró con la oreja, y exclamando a gritos dijo: “es un abanico”; y, por ultimo, el sexto, que estaba en la parte trasera del elefante, se encontró con la cola, y gritó: “el elefante es una soga”; después del acercamiento los sabios discutieron y cada uno tenía una experiencia distinta al estar en contacto con el elefante; cada uno permanecía terco en su postura; la defendían y parcialmente cada uno estaba en lo correcto, pero en la realidad todos estaban equivocados. Igual es nuestra pobre visión, nos cerramos a lo que no encaja con lo que hemos aprendido, lo diferente a nuestra cultura; seamos hombres y mujeres abiertos a nuevas formas y diferentes pensamientos para ser más objetivos, más íntegros y poder tomar herramientas que puedan ser de gran valor para poder conservar nuestra salud.


lunes, 11 de abril de 2011


La Medicina Tradicional China (MTCh) tiene, aproximadamente, 2500 años de desarrollo. Se divide en cuatro áreas: la herbolaria, la acupuntura y moxibustión, el tuin a (masajes) y el tai qi (ejercicios); actualmente en China, la más popular es la herbolaria.
Existen hospitales en toda China, tanto de Medicina Tradicional, como de Medicina Occidental. En virtud de que el país cuenta con un régimen comunista, los servicios de salud están disponibles para todos los ciudadanos.
En los hospitales de medicina tradicional china, aproximadamente, un  80% de los servicios están relacionados con la herbolaria, un 15% con acupuntura y el 5% restantes son tuin a y tai qi.
La herbolaria es más popular que la acupuntura por dos grandes razones: la primera es porque no es dolorosa y, la segunda, se debe a que en 1910, cuando se derrocó al imperio y subió al poder el doctor Sun Yatsen llamado también Guomindang, se declaró que la medicina china ya no seguiría siendo la medicina oficial: “se suprime para siempre el departamento de acupuntura y moxibustión en el Hospital imperial”. Por tanto, se le dio prioridad a la medicina occidental. A partir de este hecho, se perdió mucha información acerca de la MTCh; se mandaron a traer maestros y médicos occidentales para que enseñaran a los que se iniciaban en este ámbito, al mismo tiempo que se castigaba a los médicos descalzos (así se le llamaba a los médicos de MTCh) por seguir impartiendo tratamientos tradicionales. A aquéllos que infringían la ley, se les imponía trabajos forzados en Siberia o se les enviaba a lugares muy lejanos, donde morirían por las inclemencias del tiempo.
Así fueron transcurriendo los años, pero debido al gran territorio que forma parte de China y su enorme población, la formación de médicos occidentales no fue suficiente para poder atender y llegar a tantas comunidades. Como consecuencia, a escondidas se seguían practicando las distintas ramas de la MTCh; la que pudo sobrevivir mejor fue la herbolaria, ya que de la acupuntura y moxibustión se perdió mucha información y era más difícil de practicar.
Un tiempo después (1929) surgieron protestas por parte de las masas populares y de los trabajadores médicos. Un médico llamado Cheng Danan –gran maestro de la acupuntura y moxibustión– en el mismo año, organizó, por primera vez en la historia, la enseñanza por correspondencia para todo el país. Y en el año de 1933 surgió la primera publicación de la revista bimestral relacionada con esta ciencia.
En la primavera de 1937, la Asociación de Investigación de Acupuntura y Moxibustión de China instituyó la primera Escuela Especial de la Ciencia Acupuntural de China, en la que se impartían dos cursos: el primero, relacionado con la investigación que duraba medio año y, el segundo, era un curso regular de dos años, dependiendo del nivel que contaban los alumnos al ingresar a la escuela.
La organización de estos cursos, sin duda, jugó un papel importante para ayudar a la formación de acupunturistas y para que, nuevamente, se hiciera popular, ya que, en esa época, la terapia acupuntural sufría el rechazo de la clase dominante.